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Antes de irse

Por Emiliana Cortona

El vuelo nocturno de Aerolíneas Argentinas no aterrizó. Giró y volvió a planear. Quedaban 48 horas de la última dictadura cívico-militar. A las 4:20 el silencio de la madrugada se interrumpió. Un kilo de trotyl estalló en el Barrio el Progreso, en Neuquén, y resonó hasta el aeropuerto.

El explosivo había sido meticulosamente colocado en la puerta de la parroquia “Nuestra Señora de Luján”. La onda expansiva avanzó vehemente, trizó vidrios, voló chapas, torció vigas y arrancó de cuajo el techo. Los cálculos resultaron acertados. La vibración del vuelo nocturno activó el explosivo y la bomba destruyó todo lo que encontró a su paso: paredes, bancos, ventanas, puertas y cristos crucificados.

Los vecinos y las vecinas se despertaron de sopetón. ¿Qué pasó? ¿Qué fue ese ruido?

La primera autoridad en llegar fue el jefe de la policía provincial Juan Carlos Barbosa. Después Alberto Fernández, ministro de Gobierno, Educación y Justicia; el gobernador de facto Domingo Trimarco y el gobernador electo, Felipe Sapag. Más tarde legisladores y curiosos.

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Rubén Capitanio se despertó temprano. Tenía por delante la misa que daba en Senillosa. Subido a su rastrojero, cerca de las 7,30 de la mañana, escuchó la noticia por Lu5. “¡Que bomba, ni bomba!”, minimizó, “a José se le debe haber explotado la cocina o alguno de sus tantos arreglos”.

José Grigione había llegado de General Pico, La Pampa, y en 1973 se instaló en el barrio El Progreso. Era el presbítero de la capilla que había volado por el aire. Ahí también funcionaba una escuela primaria y una guardería, comían todos los días unos 400 niños y niñas, y proyectaban inaugurar una escuela de artes y oficios.

Capitanio, después de dar misa, fue a la iglesia de El Progreso. La caminó. Nunca había visto algo bombardeado, solo en películas. La iglesia era eso: un bombardeo. Del piso levantó un panfleto. Lo leyó. Dudó.

A esa hora nadie lo sabía, caminaban sobre las ruinas de un objetivo destruido por error.

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Capitanio había huido de La Plata a Neuquén en 1976. El arzobispo le advirtió: “Estás en una lista y esta noche ya no quiero que duermas acá”. No tenía mucho que pensar. Ese mismo día, sin dinero, se fue. Hizo una parada estratégica en Viedma pensando que así despistaba a los militares, pero su destino final era Neuquén, al resguardo del obispo Jaime de Nevares.

No era un cura como cualquier otro: Capitanio desafió autoridades, denunció las condiciones precarias en las que vivían personas privadas de su libertad, medió en el motín del penal de Olmos en 1973. Llegó a las tierras de arbustos achaparrados para quedarse por algunos meses. Hoy cumple aquí 46 años. Construyó una parroquia en el barrio San Lorenzo, que tampoco era como cualquier otra: la imagen de la Virgen de la Paz, la que daba nombre a la iglesia, fue creada por el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. La llevaron en carromato y todo el barrio acompañó su colocación.

“Desde la Edad Media, los Papas disponen de la coronación de las imágenes”, explica Capitanio, “pero nosotros dijimos que si lo puede hacer el Papa también lo podemos hacer nosotros. Entonces decidimos coronar la imagen de la Virgen bendecida por Jaime de Nevares con el pañuelo de las Madres”. Fue así que Hebe de Bonafini, presidenta de Madres de Plaza de Mayo, viajó en noviembre de 1982 a la parroquia para la coronación.

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390 personas fueron detenidas en la Subzona 5.2, denominación castrense que la Junta Militar usó para la Norpatagonia entre 1974 y 1983. 49 permanecen desaparecidas. Así lo demuestra el Observatorio de Derechos Humanos de Neuquén. La mitad tenía entre 20 y 29 años. Un tercio eran albañiles, jornaleros, choferes y pintores. Otros docentes, estudiantes, médicos, abogados, ingenieros, geólogos, psicólogos. Los menos trabajaban en la industria del petróleo.

En la Subzona 5.2 se identificaron 27 Centros Clandestinos de Detención. La Unidad 9 y el cuartel del Batallón de Ingenieros de Construcciones 181, conocido como “Escuelita”, fueron los lugares donde alojaron a la mayor cantidad de detenidos-desaparecidos, pero también funcionó la clandestinidad en las comisarías de Cipolletti, Cutral Co, San Martín de los Andes y Bariloche.

La parroquia de Capitanio no fue ajena a esa realidad. Cada 24 de marzo, el cura organizaba una misa por los detenidos, por los derechos de las y los argentinos, por la democracia, y enviaba una nota, con la firma de todos los vecinos, a la Junta Militar para que respondiera dónde estaban los desaparecidos. “Nunca nadie contestó nada”, se lamenta.

En esa misma iglesia, como norma pastoral, Capitanio prohibió participar de los sacramentos a toda la plana mayor militar y a toda persona involucrada con los crímenes de la dictadura. Dispuso que hasta que no pidieran perdón, hasta que dijeran dónde estaban los desaparecidos, hasta que se comprometieran a no repetir las atrocidades hechas, no comulgarían.

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Un mes antes de las elecciones de octubre de 1983, sin actividad política permitida, la capilla de Capitanio desbordó de vecinos. Habían decidido invitar a los tres principales candidatos a gobernador para que expusieran sus ideas y se comprometieran con su plan de gobierno. ”Ellos tenían que explicar sus propuestas”, recuerda Capitanio, “y después contestar las preguntas de la gente, lo que quisieran preguntar”. Por el debate pasaron Felipe Sapag, candidato por el Movimiento Popular Neuquino; Oscar Massei, del Partido Justicialista; y Armando Vidal, de la Unión Cívica Radical.

El 30 de octubre resultó ganador Sapag con el 55,26% de los votos, seguido de Massei con el 22,62% y Vidal con el 20,06%. Capitanio votó al candidato radical Raúl Alfonsín para la presidencia y a Massei para gobernador.

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¿Por qué pusieron la bomba en esa iglesia? ¿Por qué a esa hora? Capitanio demoró una respuesta aquella mañana de diciembre de 1983.

“Uno de los datos más claros”, explica, “fue que inmediatamente después del bombardeo salió un repudio del bloque de diputados de la Unión Cívica Radical de la Capital Federal”. En el comunicado, los legisladores se solidarizaban con la parroquia del barrio San Lorenzo de Neuquén. “Por qué del barrio San Lorenzo, si la parroquia bombardeada está en El Progreso, me preguntaba yo. ¿Qué saben esos diputados del barrio San Lorenzo?”.

Qué relación tienen las iglesias de El Progreso y la suya, mascullaba Capitanio. ¿Las dos estaban en una esquina? ¿Las dos frente a una escuela? ¿En línea recta con el aeropuerto?

El segundo indicio que tuvo Capitanio, fueron los panfletos que se desparramaron al explotar la bomba. Impresos en letras negras decían: "Por haber albergado a terroristas enemigos de la patria".

Capitanio entendió y terminó confirmando su presunción meses más tarde. Servicios de inteligencia habían viajado desde Buenos Aires para activar una operación siniestra cuyo objetivo confundieron. El único destinatario de esa bomba, era él.

“No se estaban defendiendo de la supuesta subversión de la guerrilla”, dice Capitanio mate en mano sentado en el living de su casa. “Se estaban yendo, pero antes, rompían todo. Así fue la despedida de estos cretinos”.

OPINIÓN | NEUQUÉN ESCUCHAR PODCAST LEER CRÓNICA

La democracia nos interpela

Por Wálter Pérez, periodista, Presidente de la Asamblea Por los Derechos Humanos (APDH) de Neuquén.

En los procesos históricos y políticos de un país, 40 años son un chasquido de dedos, aunque por su intensidad, conflictos, avances y retrocesos nos parezca mucho tiempo. Estamos transitando este aniversario de 1983, año que devolvió la esperanza, la vida y un futuro al pueblo argentino.

¿Se cumplieron esas metas?, ¿respondieron los tres poderes del estado a las expectativas?, ¿lograron erradicar el plan económico neoliberal impuesto por la dictadura cívico militar del ‘76?, son sólo algunos interrogantes que no pretendemos responder en esta nota, sino que planteamos para reflexionar, debatir y encontrar en todo caso respuestas que nos permitan entrever con esperanza el futuro.

El 30 de octubre de 1983, con 26 años pude votar por primera vez en un clima de algarabía tras los años del oprobio y cuando ya se conocían las atrocidades y crueldades cometidas por la dictadura.

Podemos decir que era un extraño clima de felicidad que sentimos también en la jornada histórica del 10 de diciembre de ese año con la asunción como presidente de Raúl Alfonsín y de Felipe Sapag como gobernador, en Neuquén.

Sapag retornó triunfante a su despacho de la Casa de Gobierno tras ser derrocado también el 24 de marzo del ‘76.

Se inició entonces una nueva etapa en el país que nos exigió a los periodistas que no teníamos experiencias anteriores en la vida democrática estudiar, comprender el funcionamiento de los partidos políticos, conocer sus antecedentes, principales figuras, las características de las instancias parlamentarias y la riqueza de las organizaciones sociales.

En el ámbito gremial, logramos recuperar nuestro sindicato (Prensa) en 1984 en elecciones que me consagraron secretario general con un gran desafío para armar junto a otros compañeros la organización que durante las sucesivas intervenciones militares había sido desmantelada.

Serias dificultades debimos afrontar con los empresarios de medios de comunicación de Río Negro y Neuquén para que se sienten a discutir las condiciones laborales y salariales de los trabajadores de prensa, dificultades que a 40 años de la recuperación democrática siguen vigentes.

Delitos de lesa humanidad

La Argentina ocupa un destacado papel en el plano internacional por el enjuiciamiento a las juntas militares que gobernaron de facto entre 1976 y 1983.

En Neuquén, el Obispo Jaime Francisco De Nevares (fallecido en 1995) y la fundadora del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y de la Asamblea por los Derechos Humanos de Neuquén (APDH), Noemí Labrune (fallecida en 2023), fueron dos figuras centrales para denunciar el plan criminal sistemático que la dictadura aplicó en todo el país.

El libro “Buscados”, de Labrune, incorporó las denuncias que se conocían hasta 1984 de secuestros, detenciones y desapariciones en la región, que fue incorporado como prueba documental en el primer juicio por delitos de lesa humanidad que se realizó en Neuquén en el año 2008.

Previamente toda esa documentación había sido presentada en la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) creada por el presidente Alfonsín en diciembre de 1983 e integrada entre otros por De Nevares.

Sin embargo, hay que destacar que las denuncias de las consecuencias del Terrorismo de Estado en Río Negro y Neuquén fueron presentadas en 1979, en oportunidad de la visita a la Argentina de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Largas colas se formaron sobre la Avenida de Mayo, en la ciudad de Buenos Aires, por parte de familiares de las víctimas para dar su testimonio.

En esa ocasión, medios de comunicación hegemónicos, periodistas radiales cómplices de la dictadura se encargaron de difundir la consigna “Los argentinos somos derechos y humanos”.

Siete juicios y otro en desarrollo

Desde el año 2008 hasta la fecha se realizaron siete juicios por delitos de lesa humanidad con fuertes condenas contra genocidas que cumplieron funciones en fuerzas del Ejército, Gendarmería Nacional, Policía Federal y policías de las provincias de Río Negro y Neuquén.

Ese año el Tribunal Oral Federal 1 de Neuquén condenó a los primeros ocho represores por la puesta en marcha en la región del Plan Sistemático Criminal de la dictadura, la existencia del Centro Clandestino de Detención “La Escuelita”, ubicado en los fondos del Batallón de Ingenieros de Construcciones 181 de Neuquén, y de secuestros y desaparición de personas.

De allí en adelante se sucedieron otros seis juicios más y en la actualidad se desarrolla el octavo que es histórico porque los acusados son el ex Juez Federal Pedro Laurentino Duarte y el ex Fiscal Federal Víctor Marcelo Ortiz, quienes cumplieron esas funciones durante la dictadura.

Adriana busca a su hermano

Graciela Romero y su esposo Raúl Eugenio Metz fueron secuestrados por un grupo de tareas el 16 de diciembre de 1976 en la ciudad de Cutral Có (Neuquén).

Su hija Adriana de un año de edad quedó al cuidado de sus abuelos y Graciela, embarazada de cinco meses, fue torturada en el Centro Clandestino de Detención “La Escuelita” de Neuquén y luego trasladada a la “Escuelita” de Bahía Blanca.

Testimonios de otras detenidas dieron cuenta que Graciela dio a luz a un bebé el 17 de abril de 1977 que fue apropiado por uno de sus torturadores.

Adriana continúa buscando a su hermano.

Negacionistas

A 40 años de la recuperación democrática era impensado que el “Nunca Más” fuera bastardeado por dirigentes políticas, legisladoras, candidatos, flamantes funcionarios de gobierno, denostando a quienes reflejan una conducta moral intachable, ejemplo en el mundo.

Lamentablemente hubo una mayoría de la población que ha respaldado a estos sectores políticos que representan un salto al vacío; la puerta a una nueva tragedia argentina.

Es cierto que en estos 40 años hay una deuda interna con grandes sectores del pueblo argentino que sufre las consecuencias del modelo de ajuste supeditado al Fondo Monetario Internacional (FMI), pero sin duda no se puede echar por la borda el proceso de “Memoria, “Verdad y Justicia” construido por la sociedad argentina.

Tampoco pueden soslayarse los nuevos derechos obtenidos en los últimos años referidos al matrimonio igualitario, el respeto a las diversidades y minorías, a la Educación Sexual Integral (ESI) y a tantos otros logros colectivos.

Es inaceptable que se ponga en tela de juicio la educación pública, la salud y a la Universidad Pública y laica que a lo largo y ancho de la Argentina permite el acceso y la formación de nuevos profesionales de sectores populares.

Material extra Quiénes hicimos este trabajo

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