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El ingreso violento a una democracia tormentosa

Por Federico Rodríguez y Esteban Rodríguez

El 15 de mayo de 1984 un Lear Jet despegó en Capital Federal rumbo a Ushuaia con el gobernador de Tierra del Fuego Ramón Trejo Noel y funcionarios de su gabinete. El 30 de octubre de 1983 el país había sido testigo del ansiado retorno a la vida democrática, pero en la provincia del sur ese proceso no se completó plenamente. Los fueguinos no pudieron elegir a su gobernador, impuesto siempre desde Casa Rosada, porque la provincia en lo jurídico era aún Territorio Nacional. Debieron esperar casi 10 años para que esto cambiara.

En los últimos minutos de aquel viaje ocurrió un hecho de augurio tormentoso. En medio de un clima desfavorable, sobre el Canal Beagle, el avión cayó. La incipiente vida democrática del Territorio se sumió en el luto y la tristeza. De los doce pasajeros solo se recuperaron tres cuerpos y parte del fuselaje de la aeronave. La tragedia proyectó una sombra oscura sobre la provincia e impactó negativamente sobre los planes de autonomía y autogobierno.

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El 24 de marzo de 1976, el Capitán de Corbeta Juan Miguel Saralegui notificó a los concejales de Río Grande, Tierra del Fuego, que el concejo deliberante quedaba disuelto. Los golpistas detuvieron a líderes sindicales y políticos.

El periodista y escritor Oscar “Mingo” Gutiérrez recuerda cómo la dictadura difundió comunicados en Radio Nacional, donde trabajaba, instando a la población a obedecer las órdenes de las fuerzas militares para prevenir complicaciones en la "lucha antisubversiva". Recuerda cómo solicitó a los propietarios de establecimientos rurales con pistas de aviación reforzar los controles para evitar su uso clandestino, ordenándoles que informaran de inmediato a la Base Aeronaval Austral cualquier novedad al respecto. Recuerda las detenciones de más de quince personas sospechadas de actividades ilegales en las instalaciones del Campamento YPF, ubicado a 10 kilómetros del centro de la ciudad, en su mayoría luego liberada aunque un reducido grupo permaneció detenido bajo la jurisdicción del Poder Ejecutivo Nacional en Ushuaia, capital de la provincia, durante casi un año.

La dictadura no estableció centros clandestinos de detención en Tierra del Fuego. La distancia con los sucesos a miles de kilómetros del centro y norte del país se sentían lejanos. Sin embargo, la desaparición de tres jóvenes riograndenses arrojó luz sobre las realidades vividas en las ciudades más grandes: Silvia González y "El Chino" Mora fueron detenidos en La Plata; Guillermo Barrientos aún permanece detenido-desaparecido desde su aprehensión en Córdoba.

Argentina estuvo al borde de la guerra con Chile en la Navidad de 1978. En Río Grande quedaron huellas de una ciudad militarizada y preparada para enfrentar la peor perspectiva:

“Oscurecimientos de calles, jefes de manzana, toques de queda, simulacros de ataques aéreos y desembarcos”, cuenta la docente Leticia Loizaga. Esta preparación resultó fundamental cuatro años después, cuando las Fuerzas Armadas se embarcaron en la recuperación de las Malvinas. Río Grande, como sede del Batallón de Infantería de Marina N°5, desempeñó un papel decisivo en las operaciones militares, ya que se encuentra a menos de 600 kilómetros de las islas, más cerca que cualquier punto del país.

En medio de esa ciudad militarizada, el 13 de junio de 1982, a horas del final de la guerra, bajo un sol radiante, un vigía ubicado cerca del predio de la Misión Salesiana abrió fuego contra el auto que transportaba a la pequeña Marcela Andrade junto a su madre y sus tías. Habían ido a buscar agua a los manantiales de esa institución escolar, como estilaban los riograndenses. Algunos dicen que no escucharon la voz de alto que dio el gendarme.

“No hubo ninguna orden, solo una ráfaga de balas sobre las ruedas del vehículo”, contaron al diario Provincia 23 Elsa Carranza y Esterlina Torres, tías de la víctima herida de muerte. Hasta el día de hoy, se desconoce al culpable y no se ha hecho justicia.

La derrota en Malvinas marcó un punto de inflexión que aceleró el retorno de la democracia en Argentina. En Río Grande, al igual que en muchas partes del país, la población comenzó a movilizarse para presionar la salida de las autoridades militares.

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En diciembre de 1982 se acercaba la fecha de vencimiento de la Ley de Promoción Industrial 19.640, que proporciona incentivos fiscales y aduaneros a empresas industriales que invierten en Tierra del Fuego, diseñada para contrarrestar las desventajas geográficas y climáticas. El vencimiento de la ley amenazaba el puesto de miles de trabajadores. Para los riograndenses, la defensa de esa ley era también la defensa de la soberanía del país.

"Responsabilizamos al Gobierno de las Fuerzas Armadas, de una posible nueva derrota nacional frente a los intereses de la dominación mundial, ante eventual derogación de la Ley 19.640, que expulsaría de esta parte del suelo patrio, junto a fuentes de trabajo, a miles de argentinos que con su presencia aseguran esta estratégica zona fronteriza nacional", expresó el grupo de partidos políticos reunidos en la “multipartidaria” en un texto documentado por Bernardo Veksler en su libro “Las rebeliones en el fin del mundo”.

Más de 5000 personas se movilizaron el 3 de diciembre de 1982 a la municipalidad de Río Grande para entregar un petitorio. Esa masiva protesta puso en alerta a las autoridades militares, que finalmente optaron por prorrogar el régimen aduanero especial.

Bajo ese estado de movilización social y político en un Territorio militarizado, el 13 de diciembre de ese año ocurrió otro episodio lamentable: un soldado de guardia en el Casino de Oficiales disparó contra el vehículo en el que viajaba la maestra Florencia Angélica Rojas. La docente, decidida a cerrar el año y despedirse de amigas antes de sus vacaciones, había salido a pasear por el centro de la ciudad para ir a tomar algo al Hotel Ibarra. Mientras avanzaba por la intersección de San Martín y Fagnano, de repente, oyeron unos disparos. La desesperación las invadió, y las amigas se agacharon instintivamente para resguardarse. Rojas fue alcanzada por una bala que la mató antes de llegar al hospital.

Vecinos se congregaron en el salón de la Casa Radical para expresar su repudio por el trágico suceso y exigir justicia. A medida que transcurría el día, aumentaba la tensión en el ambiente. El Comandante del Batallón de Infantería de Marina 5, Carlos Robacio, intentó sin éxito dar explicaciones a la familia por lo sucedido, cuenta María, hermana de Angélica, en una entrevista publicada en Minuto Fueguino. El militar afirmó que habían confundido a Rojas con alguien que, poco antes, había pasado por el Casino insultando a las Fuerzas Armadas. A lo largo de los años, se intentó ocultar esta historia con amenazas a los testigos pero Rojas es recordada cada 24 de marzo. Al igual que en el caso Andrade, no hubo responsables, no hubo juicio, ni verdad.

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El 10 de diciembre de 1983 en Ushuaia el sol asomó a las cuatro de la madrugada. Tierra del Fuego despertó para ver el acto de asunción del presidente de la democracia Raúl Alfonsín, pero debió esperar hasta el 10 de enero de 1992 para ver la asunción de José Estabillo, el primer gobernador electo por voluntad popular en diciembre del ‘91 tras la puesta en marcha de la Constitución, en junio de ese año, de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Aquel accidente del 15 de mayo de 1984 del Lear Jet en el que murió el gobernador Trejo Noel había dilatado los tiempos.

Durante la década del ‘90, el avance de las políticas neoliberales comenzó a hacer sentir su peso, y la provincia no fue la excepción. Las industrias establecidas en la isla iniciaron un proceso de fuga y abandono de trabajadores. En la Semana Santa de 1995, una gran movilización en Ushuaia se convirtió en el epicentro de las demandas de empleados metalúrgicos, que temían por su futuro laboral. La policía provincial, creada tras la provincialización de 1991, desplegó una brutal represión contra todo lo que se movía en las calles. El suboficial Félix Polo disparó munición de plomo y mató a Víctor Choque, un obrero de la construcción que no participaba de la protesta. La tragedia marcaría un hito en la historia de Tierra del Fuego: Choque fue el primer muerto en una situación de protesta social en la Argentina desde el retorno a la democracia.

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¿Puede crecer? ¿Puede morir?

Por Adrián de Antueno, escritor, médico veterinario.

Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur desde lo jurídico e institucional era en 1983 un Territorio Nacional, es decir un lugar tan alejado como olvidado del poder central, con apenas 12.000 habitantes, sin autoridades gubernamentales propias y elegidas libremente por sus habitantes.

Han transcurrido cuarenta años desde el 10 de diciembre de 1983, ciertamente una fecha significativamente emblemática para los argentinos. Cuarenta años de nuestras vidas con sus sueños, proyectos, realizaciones y sinsabores, quedaron enmarcados en la memoria colectiva dentro de un paréntesis temporal, histórico y cultural, que recordamos genéricamente como democracia.

Atentos al tiempo transcurrido es dable deducir que la edad de cada lector indicará su incorporación, participación o simplemente sus vivencias aportadas al devenir histórico, desde el fin de las dictaduras imperantes por varias décadas, hasta la actualidad.

Es justo e imprescindible para este relato, recordar que habitaron nuestras australes latitudes desde siete mil años antes del presente etnias originarias como los Yaganes, Shelknam y Alakalufes valiéndose de sus conocimientos ancestrales, subsistiendo gracias a los aportes que les brindara la naturaleza y su propia adaptación a las extremas condiciones climáticas del lugar. Sin nada más.

Pasaron luego los primeros hombres “blancos” europeos y los exploradores de riquezas fáciles, no sin producir lamentables consecuencias. Hombres, mujeres y niños murieron sin saber por qué el oro y otros minerales, como las riquezas que se podían extraer de la caza y la pesca o el desenfreno del proceso llamado de “civilización”, fueron las causas.

Posteriormente el tristemente célebre Penal de Ushuaia, había condenado a Tierra del Fuego a recibir el mote de “Isla del Diablo” hasta que fuera reivindicado por el Gobierno de Perón, siendo eliminado del sistema carcelario Nacional en 1947.

Fue ese mismo gobierno peronista que por Ley 14.408 de 1955, unió las jurisdicciones de Santa Cruz y Tierra del Fuego en una sola provincia denominada Patagonia que, sumado al inicio de la actividad petrolera en la región, se puede considerar como el inicio de una nueva etapa histórica fueguina. Aunque muy poco tiempo después la autoproclamada “Revolución Libertadora” sin respetar nada de lo legalmente establecido volvió a “crear” el Territorio Nacional por Decreto Ley 2191 de 1957.

El tránsito del “Proceso de Reorganización Nacional”, como última experiencia de gobiernos militares contrarios a la Constitución hasta al advenimiento del Estado de Derecho, lamentablemente ocurrió después del traumático “Conflicto del Beagle”, de tiempos de violencia institucional inusitada, con torturados, muertos y desaparecidos a los que se sumaron los caídos de la guerra del Atlántico Sur en pos de la recuperación de nuestras Islas Malvinas.

Así se llegó a las elecciones de octubre de 1983.

Aquel inolvidable 10 de diciembre vio las calles y plazas de todo el país engalanadas con la bandera Argentina, reflejando renovadas esperanzas de un pueblo unido, cuyos funcionarios electos se mostraban emocionados por el orgullo de volver a trazar y regir el destino común.

En Tierra del Fuego la conformación de la primera Legislatura de quince miembros establecida en la Ley 1532 de 1884, puso fin a la falta de representación popular y dio paso a la concreción del ejercicio soberano tras un siglo de espera.

Finalmente se provincializó Tierra del Fuego, Antártida, las Islas del Atlántico Sur incluidas las Islas Malvinas por Ley 23.775 el 26 de abril de 1990, se sancionó y juró su Constitución el 17 de mayo y el 1 de junio de 1991, respectivamente, siendo electas las primeras autoridades el 29 de diciembre de ese mismo año.

La Provincia pasó de tener de dos a cinco diputados en la Cámara Baja, a los que se sumaron dos Senadores y luego de la reforma constitucional de 1994 uno más, como representación propia ante el Congreso Nacional.

Surgió de este modo la última provincia argentina, la más extensa territorialmente, bicontinental y polar, comprometida en mantener la soberanía y riquezas del Atlántico Sur para nuestra posteridad y la de los pueblos hermanos del mundo. Ello a pesar que el usurpador inglés ya ha ocupado no sólo nuestras irredentas islas sino el 50% del mar que nos pertenece, con sus riquezas energéticas, proteicas y minerales.

Dicen que democracia es la palabra política de moda más importante de nuestro tiempo, pero dejando de lado la semántica ¿qué significa?, ¿se puede medir?, ¿se puede cambiar?, ¿puede crecer?, ¿puede morir?

Cuarenta años han transcurrido desde su regreso en nuestro país sin lograr el nivel de vida y progreso esperado, con crisis económicas recurrentes, mostrando los índices de pobreza e indigencia más altos históricamente conocidos y sin evitar ser alcanzada por la corrupción, la creciente violencia y el malestar propio de la política global a la que ha sucumbido rápidamente, tanto en los enfrentamientos internos como al peligro de las cada vez más frecuentes guerras en el planeta.

Mientras estas fuerzas amenazan con socavar las estructuras políticas establecidas en todo el mundo, surge la pregunta ¿por qué seguir en democracia?

Quizás sirva como respuesta a dicho interrogante recordar que el derecho fundamental de los ciudadanos implica participar en política, no sólo votando y eligiendo como acción esencial y concreta, sino para que nuevamente florezca la democracia del pueblo y para el pueblo superando la fallida democracia formal vacía de contenido y objetivos nobles.

Argentina y Tierra del Fuego -ya con más de doscientos mil habitantes- lo esperan y merecen.

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